sábado, agosto 1

00:01 E. Jünger

Reloj mundial. Alexanderplatz. Berlín. Alemania

Una vida sin relojes es algo que a los hombres de hoy nos resulta impensable; vayamos donde vayamos, nos encontremos donde nos encontremos, estamos habituados a oír el tictac de relojes, a escuchar dar la hora a relojes, a echar vistazos a relojes -desde relojes del tamaño de un guisante hasta los enormes relojes de torre. El tiempo parece volverse más escaso, más valioso, en aquellos lugares en los que los relojes se acumulan, es decir: en las grandes urbes, en los aeropuertos, en las entradas a las estaciones ferroviarias.
Desde el cosmos al átomo, lo mismo en sus distancias de años luz que en sus inaprehensibles oscilaciones que hoy ya sólo las fórmulas matemáticas expresan, el mundo lo medimos por sus variaciones temporales.

Ernst. Jünger. "El libro del reloj de arena"

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